Según cuentan los habitantes de todo el Valle de Cintalapa, sobre todo los ancianos, que hace muchos años aparecía un hombre elegantemente vestido. Su traje era muy parecido al traje de charro, con botones y adornos de plata y Oro, con enorme sobrero agallonado y bordado con hilos de oro puro. Sus espuelas relumbrantes posiblemente hechas con plata y Oro Puro, emanando de ellas un sonido especial, diferentes al sonido de las espuelas comunes y corrientes, cabalgaba en su hermoso caballo, unas veces blanco, otras veces blanco retinto, Su corcel llevaba un freno adornado con pequeñas campanitas, formando notas melódicas que era de admirarse. La silla y los estribos eran totalmente plateados en algunas ocasiones o completamente adorno metal como lo es el Oro. Con una vistosa cuarta en la mano derecha, llegaba por caminos o veredas a los ríos y arroyos; mientras que un campesino se bañaba, descansaba o mitigaba su sed o se encontraba desayunando o comiendo sus sagrados alimentos, El elegante ser sobrenatural lo conocían como EL SOMBRERON, y todo mundo le tenía respeto y mucho miedo. El elegante jinete se internaba a medio arroyo y le daba de tomar agua a su elegante caballo y saludaba por su nombre al campesino, sin conocer a su futura víctima.

¡Buenos días Juan Hernández!  ¿Porque querés estás pobre Juan? Mirá ¡Juan¡, de la noche a la mañana te puedo hacer rico ¡Juan! piénsalo bien Juan y decídete antes que yo me arrepienta. ¡Pronto no volveremos a ver amigo Juan! Muchos ya no esperaban escuchar las últimas palabras el mismísimo diablo y emprendían una desperrada huida. Otros controlaban el miedo y con valor se atrevían a manifestarle su inconformidad al señor del sombrero grande, ya que no estaban dispuestos en aceptar su tentador ofrecimiento. Decían que prefería seguir viviendo pobremente a tener compromisos con él; asumían tal postura porque ya tenían conocimiento de las condiciones que imponía al aceptar las riquezas que ofrecía., otros sin embargo no podían resistir la tentadora promesa y aceptaban tener pacto con el señor del Sombrerón.

Se tiene noticias de un pobre campirano llamado Pedro, que tenía más de 8 años de haberse casado con una humilde campesina en un pequeño poblado y a pesar de estar sumamente pobres, no podían procrear. En cierta ocasión en la que Pedro estaba llenando su Pumpo de agua en el arroyo, bajó en una vereda montado en su hermoso corcel, el misterioso personaje vestido de charro y como era su costumbre saludó muy amable a Pedro, y utilizando las mismas palabras de antes descritas, convenciendo a la humilde persona de Pedro, prometiéndole que deseoso de perpetuar su apellido y de que su hogar se llenara de alegría aceptó muy gustoso.

Es así como de la noche a la mañana Don Pedro, se convirtió en un hombre afortunado, comprando d inmediato grandes extensiones de las más ricas tierras. Ganado bovino de los más finos, equino, caprino y porcino. Realizando todo género de negocios en lo que todo le resultaba obtener una ventajosa plusvalía. Así se convierte en un hombre importante admirado por pobres y ricos. Un día Don Pedro recibe la grata noticia, que su señora esposa estaba embarazada y al pasar los días y los meses su alegría era inmensa l ver nacer a su hermoso niño. El hogar se llenó de alegría y felicidad, el niño crecía y demostraba una clara inteligencia, a pesar de su corta edad, ya caminaba y hablaba y toda la gente admiraba al infante.

El padre, es decir Don Pedro, se sentía muy orgulloso pero su tristeza era inmensa al recordar el pacto que tenía con el señor Sombrerón. Ante esta situación Don Pedro se dedicó a localizar al señor del Sombrero Elegante, con el objeto de disolver el compromiso contraído y dispuesto estaba a renunciar a todas sus riquezas, con tal de salvar la vida de su hermoso hijo. Fue en vano los esfuerzos por encontrar al mismísimo demonio. Por más que imploraba su presencia, no fue así. Con el fin de calmar su angustia Don pedro, llegó a pesar que su pacto realizado y la riqueza recibida habían sido recibida de un hacendado rico que iba de paso y que nunca más volvería.

Una gran fiesta realizó l cumplir el niño ¡cuatro años de vida! Y precisamente un día después se vencía el plazo del compromiso contraído por Don Pedo y el Sombrerón. En la mañana siguiente, sin dejar rastro alguno, el niño Pedrito, desapareció.

Según las personas que lo vieron partir, iba montando un hermosísimo caballo blanco, acompañado del Jinete misterioso vestido de charro cabalgando su elegante caballo y Pedrito agitando un de las manitas, cuando veía algún peón de su hacienda, le decía adiós.

Don Pedro enloquecido, recorrió caminos y veredas, aguaje y ranchos y todo fue en vano. El Niño nunca apareció.

Golpe tan duro no pudo ser resistido por el matrimonio y poco a poco se fueron consumiendo hasta que los dos perecieron. Las riquezas acumuladas fueron heredadas por los familiares cercanos que con el tiempo se les acabó hasta quedar nuevamente en la miseria. El Misterioso Sombrerón continúa haciendo de las suyas en algún lugar de la tierra. (HISPALATINOSENLINEA.WIX/ROBERTTTO DEL SOLAR PEÑA, NÚMERO turítico y sistema ALAS)